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"¿Que culpa tengo yo, de tener la sangre roja y el corazón a la izquierda?"

LOS HEREDEROS COLOMBIANOS DE HITLER

LOS HEREDEROS COLOMBIANOS DE HITLER

Por Daniel Vivas Barandica 


Hitler, probablemente, se revolcaría en su tumba. El saludo nazi y la cruz gamada ahora se encuentran en poder de jóvenes que no tienen sangre aria o un apellido tan sonoro como Goebbels. Se hacen llamar Tercera fuerza nación, usan botas Dr. Martens, oyen "música anticomunista" y su cabeza brilla como una bola de billar. Son colombianos y creen que el Holocausto fue una gran mentira. Esta es su asombrosa historia.












-Al nacionalsocialismo no le falta ni una coma ni un punto. Ya está hecho, nosotros nos adaptamos a él -me dice Alfredo Devia, mientras en el fondo suena una canción con pesados riffs de guitarra, fuertes golpes de batería y voces guturales en un idioma que es una mezcla improbable de español, inglés y alemán-.

Asiento y le doy un sorbo a mi cerveza. Luego le pregunto qué tipo de música estamos escuchando y me dice que es R.A.C. Como la palabra me suena extraña, abro un poco los ojos y trato de adivinar diciéndole que si es un género que mezcla metal, punk y hardcore. Me mira por un momento, y me explica qué es R.A.C.: Rock Anti Comunista. Una corriente musical de ideología fascista, sus letras hablan de un renacer de los antiguos valores de ultraderecha, el movimiento skinhead, el rechazo a los inmigrantes y una fuerza nazista en contra del capitalismo.

"Vieja Europa despierta -dice un estribillo del grupo División 250- te tienes que levantar. Vieja Europa despierta, Tus hijos están listos, tienes que luchar. Luchar hasta que muera. Luchar hasta el fin. Unamos nuestros esfuerzos. Todos juntos buscando el mismo fin. Nuestra raza está siendo amenazada. Vieja Europa, ¿qué ha sido de ti?".  Miro a mi alrededor. Estoy dentro de un bar en el centro de Bogotá, un bar que no tiene letrero, ubicado en la calle 22 con carrera 5ta. Un bar en el que cerca de sesenta personas vestidas casi todas de negro, se han congregado para sentir que vale la pena pertenecer a un grupo especial.

Que vale la pena seguir unas ideas que en algunos países del mundo llevan a la cárcel. Unas ideas que, según lo que me han enseñado desde que tengo uso de razón, produjeron la muerte de más de seis millones de judíos y desencadenaron una de las guerras más sangrientas de la humanidad. Me dan ganas de preguntarle a Alfredo si está consciente de lo que significa para el mundo que él sea uno de los líderes del grupo más grande de ideología nazi en Colombia: Tercera Fuerza Nación.

En el bar hay sillas de madera y se ven viejas. Sobre ellas reposan hombres y mujeres mestizos que ríen, toman cerveza y esperan ansiosos que pase algo en la tarima. Algunos hombres llevan la cabeza rapada, otros el pelo corto, uno que otro lo lleva más abajo de los hombros. Tienen zapatos Adidas clásicos, botas Dr. Martens o sus imitaciones, y jeans negros entubados. Casi todos usan chaqueta de aviador. Las pocas mujeres que hay, van también de negro, poco maquillaje y pantalón entubado.

En el centro del bar cuelga una gran bandera roja con una cruz negra y una esvástica. Es increíble lo intimidante que puede ser un pedazo de tela. Alfredo me dice algo, no lo escucho, lo volteo a mirar y caigo en la cuenta que se parece al flaco Solórzano, el actor de televisión. Solo que rapado (yo no puedo decir pelo a ras), y con menos acento caleño.

Le sigo haciendo preguntas sobre el movimiento nazi en Colombia, sobre los skinheads, sobre su vida. Permanece más serio y me cuenta que es técnico en sistemas y tiene un local en el centro de la ciudad, donde arregla y revisa computadores. Lleva casi dos décadas de militancia en el movimiento, y agrega que comenzó como skinhead de orden fascista, y por eso aún conserva un poco la estética de los "cabezas rapadas", aunque la Asociación Cultural Tercera Fuerza Nación (TFN) no tiene nada que ver con los skinheads actuales que se dan duro en las calles. Comenta que aunque en un principio había skinheads nacionalsocialistas y otros de corte comunista, ahora el movimiento skin son un montón de drogadictos que albergan a cualquier tipo de personas: afrocolombianos, homosexuales, punks, rastas... y dicen ser comunistas, otros anarquistas y  no tienen prejuicios raciales.

Hace dos años yo iba caminando por Chapinero, exactamente por la calle 59 con carrera Séptima y varios jóvenes medio rapados estuvieron a punto de golpearme por llevar unos audífonos de colores Aerials y parecerles "fresita", frase que me repitieron varias veces.  Le cuento a Alfredo cómo salí corriendo para no terminar en un tumulto de puños y patadas y le confieso que yo siempre había creído que eran neonazis.

Agrego que para mí, y otros cientos de personas, ellos son igualitos. No me mira muy bien cuando pronuncio todas estas palabras, luego dice que esa es la zona de los SHARP y la RASH. SHARP, me dice, corresponde a Skinheads Against Racial Prejudice (skinheads contra los prejuicios raciales), y RASH, Red & Anarchist Skin Heads (cabezas rapadas rojos y anarquistas. Ambos hacen parte del movimiento skinhead original, de los jóvenes de la clase obrera inglesa que nacieron bajo la influencia del movimiento alternativo Mod y los jamaiquinos Rudeboys.

Me cuesta un poco entender que haya varios grupos de "cabezas rapadas" que no se muevan bajo los mismos preceptos, y que Alfredo me diga que no tienen nada que ver con ellos. Empiezo a hacerle más preguntas, mientras observo una mesa con un cuadro de Hitler, al lado unas imponentes botas negras, libros y propaganda nazi, botones y vasos con la famosa esvástica, entre otros elementos a la venta. Alfredo me sigue contando que TFN realmente son una minoría atacada.

Que los RASH, SHARP y "muchos comunistas, incluso personajes del Polo Democrático" se han encargado de crear una campaña de difamación contra ellos. Que, por ejemplo, el evento en el que me encuentro, es en honor de los "camaradas" Luis Felipe Toquica, "menor caído en combate", y Álex del Castillo, arrestado por "defender las ideas nacionalsocialistas" y por el que se están recogiendo fondos para su defensa.

En un momento se nos acerca Diego Cubillos, otro de los líderes de Tercera Fuerza. También va rapado, está vestido de negro y tiene bigote. Al igual que su compañero, está cerca de los treinta años. Me mira, yo lo saludo, me alza la ceja, luego le dice algo a Alfredo al oído. Ya me lo habían presentado minutos antes, cuando llegué a la puerta del bar con Harley, el joven comunicador de casi dos metros y cabeza rapada, que después de semanas de insistencia contestó mis correos electrónicos, para buscarme un acercamiento con sus líderes.

Diego se va hacia la tarima, Alfredo me dice que ahora seguimos hablando y entonces comienza otro de los miembros a leer el programa de la noche. Los asistentes guardan silencio y en la tarima se habla que "el nacionalsocialismo es igual en todo el mundo". Otros de los "comandantes", que nunca llego a conocer, da un discurso en el que resalta "que la esvástica no se debe tatuar en el cuerpo, sino que se tatúa  en el corazón". Luego se lleva la mano al pecho y la alza gritando "Sieg... Heil!". Los asistentes le responden haciendo el conocido saludo al Führer.

Minutos después, una de las bandas invitadas comienza a tocar, algunos de los jóvenes se levantan y se empujan y golpean levemente. Alfredo vuelve a sentarse a mi lado, en un muro cerca de la tarima. Me dice que su "camarada" andaba como borracho y que el grupo que está tocando es bueno. Le sonrío y le pregunto que aparte del comunismo, ellos en contra de qué están. Me responde que de la guerrilla, los homosexuales, a los que cada año, cuando hacen la marcha por el orgullo gay, les montan una contramarcha, para recordarles "que no son naturales".

También me dice que no apoyan la drogadicción, la prostitución ni la mendicidad. Que están hartos de la inseguridad y luchan por una revolución de carácter ético racial que reivindique sus raíces hispánicas. Tercera Fuerza, me dice, tiene su origen en un grupo de la madre patria. Y es ahí cuando le pregunto qué piensa sobre los europeos xenofóbicos. Esos españoles que persiguen a los inmigrantes colombianos. Me mira y me responde que esos grupos no aplican el verdadero nacionalsocialismo, y que se nota que yo no he leído, y que por eso no tengo nada de que hablar.

Luego le pregunto por la postura de la organización hacia los judíos. Me mira de arriba abajo y me responde que se han encargado de difundir otra realidad. Que el holocausto no ocurrió como lo cuenta la historia y que mejor lea los libros de "Revisionismo Histórico". "Los judíos son un pueblo encargado de engañar al mundo", dice. Me quedo callado. Luego le pregunto dónde compro esos textos. Me responde secamente que en el centro, en Editorial Solar.

Minutos después, Alfredo se sube a la tarima, junto con Diego y otros "camaradas" de su grupo Quinta Columna. Luego prueban los instrumentos  y  comienzan a tocar un poco más de su estridente RAC. Los asistentes enloquecen de nuevo, algunos siguen saltando, simulan darse puños, yo salgo del lugar, no sin antes haber concertado una cita para el 16 de abril, día en que Tercera Fuerza Nación celebra el natalicio de Hitler con una gran ceremonia.

Editorial Solar está ubicada en la carrera 9ª con calle 19 cerca de la conocida zona de las ópticas, en el cuarto piso de un edificio al que se le notan los años por las paredes amarillentas y raspadas. Cuando entro, me atienden dos mujeres y me preguntan qué necesito, les digo que tengo cita con su jefe, Héctor Cruz. Mientras le confirman al señor mi presencia, observo unos grandes anaqueles con libros de diversos temas esotéricos.

Hay títulos como La genialidad de la astrología, Refugio de los Ángeles, ¿Qué es el karma? y allí, en la sección que dice Revisionismo Histórico está el libro con el que todos los integrantes de Tercera Fuerza, y simpatizantes del III Reich deben empezar: Mi lucha, de Adolf Hitler.

Cuando lo voy a hojear, me llaman y me indican que puedo seguir a una oficina. Saludo a un hombre robusto, de traje azul, con canas y piel canela, que me espera tras un gran escritorio. Me siento y después de presentarme le digo que me hable sobre la editorial, su origen y los libros de ideología nazi. El hombre me mira un poco ofuscado, me pregunta si yo soy de esos "cabecirrapados" que andan por ahí haciendo daños. Le digo que no.

Luego comienza a contar que su empresa nace a finales de los años ochenta, debido a su cercanía con los temas esotéricos. Y que su propósito consiste en expandir este conocimiento por toda Latinoamérica. Luego es cortante, agrega que no tiene nada más que decir y que respecto a los temas de revisionismo histórico, se publican para contar la historia contada por los vencidos. La historia como realmente ocurrió. Y que en ellos podré darme cuenta de las artimañas del pueblo judío, la grandeza del Führer, como líder militar y espiritual, quien no murió sino que se escapó de Alemania y fue el gestor de los ovnis.

Al escuchar estas palabras, mi cara no puede ocultar la emoción y le digo al  señor Cruz que me cuente sobre los ovnis y la forma en que se escapó Hitler de su país. El hombre se pone más incómodo de lo que está, se niega a hablar y me dice que la reunión ha terminado. No sin antes regalarme un ejemplar de un libro que en sus palabras "explica la verdad sobre la conspiración judeosionista". Nunca lo leí.


16 de abril. Llego a un hotel cerca de la Biblioteca Nacional. Afuera hay personas de la Alcaldía con chalecos rojos y algunos agentes de la policía. Varios hombres rapados llevan trajes negros y se notan ansiosos. Llamo a Alfredo y no me contesta. Llamo a Diego y me dice que lo espere en la esquina, que ya manda a alguien a recogerme. Un joven de pantalón negro, camisa blanca y chaqueta negra, con la mínima presencia de pelo en su cabeza, se me acerca y me saluda. Tiene escasos veinte años y se llama Daniel, como yo. Puede ser tu primo, tu hermano, tu novio, tu amigo.

Cuando entro en el gran salón del hotel me siento en los años treinta. Como en uno de esos lugares donde los verdaderos nazis supuestamente se reunían. Resaltan los colores rojo, negro y dorado. Resaltan los brazaletes con esvásticas, las letras TF y las águilas imperiales alemanas. Resaltan los afiches de Hitler. Resalta gente normal que parece más bien disfrazada. Perfectamente podrías estar viendo a alguien que vive cerca de tu casa, te atiende en un restaurante o camina a tu lado mientras te montas en el Transmilenio. En la tarima está Alfredo con la cúpula, intento saludarlo de lejos pero no me ve.

Saludo a Diego que está cerca de la puerta. Lleva un traje negro y se  ve orgulloso de lo que ha logrado. En este momento la imagen del técnico judicial que se mantiene por las calles del centro, desaparece. La imagen del hombre que tiene una banda de rock, se esfuma. La imagen de un joven del occidente de la ciudad, al que puedes ver un domingo en el estadio o en un centro comercial, se pierde. En este momento él es la representación del símbolo de la crueldad, por el que más de cien personas se han congregado a rendir homenaje. 

Me pregunto si Hitler estaría de acuerdo con estas reuniones y sus simpatizantes colombianos. Mientras tanto, un proyector muestra sobre una tela blanca algunos videos en blanco y negro de las tropas de la Alemania nazi. Algunos de los miembros más jóvenes están con sus compañeras sentimentales. Me pregunto cuántos de aquí saben alemán, cuántos saben realmente qué quieren representar. Los meseros me pasan un vino dulce para el brindis. Suena "rock anti comunista", en la tela aparecen imágenes de Tercera Fuerza. No sé en qué idioma está, no sé nada, es más, no sé si soy un buen periodista. Varios miembros que han ido un poco más informales, llevan camisa de manga corta y tienen una telaraña tatuada en el codo.

Luego, cuando suena Al viento a las banderas, himno del Partido Nacionalsocialista, nadie lo canta. Nadie lo puede pronunciar. Observo a Diego, Alfredo y los demás líderes en la tarima, parados frente a todos, callados y muy serios. Se sienten grandes, se sienten imponentes, realmente se la creen. Me pregunto si cuando Alfredo leyó por primera vez Mi Lucha, y terminó de verse The Wall (libro y película que lo llevaron a indagar sobre el nacionalsocialismo), pensó que algún día tendría a un pequeño ejército a su disposición.

Un pequeño ejército que en un caso extremo afirma no dudar en tomar las armas. Un pequeño ejército con integrantes de diferentes clases sociales enmarcados en una ideología ultraderecha. Una ideología que en países como Alemania, Francia, Italia, Holanda, por nombrar tan solo algunos, su mera apología o hasta distribución literaria, puede significar un buen tiempo tras las rejas.

Como le ocurrió al español Pedro Varela, propietario de una librería en Barcelona, condenado a casi tres años de cárcel por comercializar libros de orden nacionalsocialista, que según la ley del país incitan a la discriminación, el odio y la violencia. Para Diego y Alfredo este hombre es un mártir.

Durante horas, la conmemoración del natalicio del Führer, son discursos sobre discursos. Los asistentes constantemente responden con un Heil Hitler! Unos con la mano izquierda, otros con la derecha, otros lo hacen torpemente. Las mujeres nacionalsocialistas reconocen que son abnegadas pero importantes para la organización. Algunos miembros hablan del orgullo de ser militantes de Tercera Fuerza. Diego, que interviene varias veces, señala un póster de Hitler y lo nombra "El genio más grande que ha generado la humanidad. Un humano demasiado humano y al mismo tiempo un dios".

Luego agrega que se cumplen 112 de la era hitleriana. Otro miembro dice: "No descansaremos hasta exterminar a los judíos, barbarie de un pueblo capitalista". Noto que toda la diplomacia que habían manejado antes desaparece. Noto que algunos proclaman la superioridad de una raza pura. Me pregunto cuál raza. Aunque Diego, previamente me ha dicho que no están dentro de la línea del White Power, o me mintió o algunos están confundidos.

Finalmente cuando la ceremonia termina y se disponen a servir los pasabocas, salgo de inmediato del lugar. En la recepción un hombre de piel morena sonríe y me dice hasta luego. Llueve, camino por la calle y una mujer que no tiene ojos azules y no mide 1,90 me ofrece cigarrillos y dulces. Paso por una vitrina y me veo reflejado.

-¡Viva España! -gritan adentro.

-Sieg... Heil! -repiten otros.

En el hotel se quedó la "raza caucásica". El resto -por suerte- estamos afuera.

LA NATURALEZA DEL BESO


LA NATURALEZA DEL BESO
La tentación de besar supera cualquier tipo de prohibición. En la India es un delito y hay turistas que han dejado sus huesos en la cárcel por juntar sus labios en público, pero no puede ser casualidad que los besos más celebrados de todos los tiempos sean los prohibidos. Este texto explora la naturaleza de un acto que involucra a 34 músculos y que, según los estudios más juiciosos, es tan estimulante como un gramo de cocaína.











Nos dimos un piquito no más. Pero no, eso no era lo que ellos querían. Ellos querían un beso con todas las de la ley. A nosotros nos empezó a parecer raro el asunto. Cuatro universitarios pidiéndole a una pareja de extranjeros, recién conocida en la calle, además, que se diera un beso en la boca. No llevábamos mucho tiempo en India, vaya usted a saber si esa era una de las costumbres del país, y, bueno, tampoco íbamos a ser tan rogados. Al fin y al cabo era un inocente besito no más.

Nos acercamos, las cabezas ligeramente ladeadas, lentamente y con los ojos cerrados. Entonces nuestros labios se entrelazaron y al cabo mi lengua ya estaba dentro de él. O tal vez fue al contrario. El caso es que el beso fue intenso, tal como lo habían pedido. Nos despegamos y ellos, los cuatro universitarios, seguían mirándonos. Boquiabiertos y con un brillo extraño en los ojos en el que me pareció advertir malicia.

Luego nos enteramos de que en India besarse en público es tabú. En las películas de Bollywood, como se conoce a la industria cinematográfica de ese país, se insinúa que los personajes tiran. Incluso los muestran en acción. En un bodrio patriótico que nos vimos allá, las batallas de la guerra con Pakistán devienen en coreografías de baile pop y los amantes retozan desnudos en la nieve. Las tomas son de la cintura para arriba y él, encima de ella, más parece estar sufriendo un ataque de epilepsia. ¿Pero besos? Eso jamás.

El tabú no es solo de orden filosófico. Besarse en público es un delito tipificado en el código penal indio y se castiga con cárcel, multas, o las dos. En 2005 una pareja de israelís fue multada porque se besó en un templo de Rajastán, ¡al final de la ceremonia de su matrimonio! En 2007 se desataron protestas porque Richard Gere besó castamente la mano y la mejilla de una actriz en un evento en Delhi y hasta se emitió una orden de captura en su contra. Y en 2008, también en Delhi y por culpa de un beso en la calle, una pareja terminó arrestada, y eso que habían demostrado que estaban casados.

Y nosotros felices, rumbeándonos delante de cuatro lujuriosos universitarios que si no nos quitaban la mirada de encima era porque les habíamos dado porno duro. En vivo y en directo. No quiero ni imaginarme lo que hicieron cuando nos fuimos. O por la noche en sus camas. El beso es siempre la antesala del sexo.

Lo que pasa es esto. Los labios se llenan de sangre y el cuerpo se calienta. El corazón se acelera, la saliva fluye de las glándulas, aumentan los niveles de testosterona en los hombres y de estrógenos en las mujeres y se liberan los mismos químicos que intervienen en el orgasmo.

Al fin y al cabo los labios y la lengua están llenos de terminaciones nerviosas, igual que el clítoris y el glande, y cuando son estimulados desatan una furia de sensaciones. Según un estudio lo que siente una persona mientras está besando es idéntico a lo que siente una persona cuando toma cocaína. Placer, puro y simple.

De lo que se pierden los indios.

Lo desconcertante es que fue en ese país donde empezó todo. Los besos, su historia o, por lo menos, sus representaciones. Algunos historiadores creen que la práctica de besarse fue aprendida por los griegos cuando Alejandro el Grande invadió India en el año 326 antes de Cristo. Lo que sí está comprobado es que las primeras referencias literarias a gente besándose en los labios de que se tiene noticia están en los Vedas, los textos sagrados del hinduismo, que fueron escritos alrededor del año 1000 antes de Cristo. Las primeras esculturas de besos se tallaron por la misma época y también en India, en los templos de Khajuraho.

Claro que en Khajuraho los besos son lo de menos. En esos muros se ve de todo. Vergas, culos, tetas y cucas. El misionero, el pollo asado, el 69, el perrito, de pie, patas arriba y por atrás. Homosexuales, swingers, tríos y orgías. Voyerismo, exhibicionismo, sadomasoquismo, pedofilia y zoofilia, ¡con elefantes y caballos! Se ven todas y cada una de las posturas eróticas y prácticas sexuales posibles e imaginables, entre ellas algunas que siguen siendo tabú hoy en día y no ya en India sino en Occidente. Al parecer no siempre los indios fueron tan aguafiestas.

Ni son los únicos. Las demostraciones públicas de afecto son castigadas criminalmente en lugares como Pakistán, Dubái, Singapur y Corea del Norte. En Sudáfrica están prohibidas para menores de dieciséis años. En otros países, como Corea del Sur, son mal vistas. Y existen culturas donde sencillamente no se besan en los labios nunca. Ni en público ni en privado. En el Pacífico Sur los besos eran desconocidos hasta la llegada de los colonizadores. Algunas tribus de África creen que la boca es el portal del alma y que a través del beso es posible robar el espíritu o invitar la muerte. Y según la gente del Himalaya la boca está llena de gérmenes y por eso juntar los labios e intercambiar saliva es una cochinada que no se hace.

No les falta razón. No del todo. En la boca hay cerca de 298 colonias de bacterias y es cierto que se pueden pasar enfermedades a través de la saliva. La mononucleosis, por ejemplo, se conoce como la enfermedad del beso. Por muchos siglos los europeos se besaron en la boca para saludarse. Entonces llegó la peste. Poblaciones enteras se contagiaban y morían de la noche a la mañana. Para el siglo XVI ya se había instaurado la costumbre, más distante e higiénica, del beso en la mejilla.

Sin embargo, con todo y gérmenes, noventa por ciento de la población del mundo se besa. Incluso se han dado verdaderas revoluciones en pro de la libertad del beso. En los años sesenta, los hippies empezaron a predicar el amor libre y desafiaban a la autoridad practicándolo en los parques. Las puritanas leyes que, desde la época de la revolución industrial, prohibían besarse en público tuvieron que ser revocadas. En los años noventa, en Japón, se puso de moda darse besos en la calle, lo que marcó un cambio profundo en una sociedad que censuraba la práctica. Y en la actual Sudáfrica los adolescentes organizan besatones masivas en lugares públicos para protestar en contra de las leyes prohibitivas.

Es que el placer y las gratificaciones superan con creces los riesgos que, por demás, son solo probabilidades inciertas. Los besos reducen el estrés y los niveles de colesterol, son benéficos para el sistema cardiovascular y hasta adelgazan. Una persona en plena acción quema de dos a tres calorías por minuto. Más o menos lo mismo que gastamos durante el ejercicio de caminar. Besarse es una actividad compleja que involucra 112 posturas y 34 músculos y requiere gran coordinación. Como quien dice que no cualquier hijo de vecino sabe besar. O bueno, besar bien, que es una cosa muy distinta.

Yo conocí a uno que besaba muy bien. Me gustaba desde el colegio pero nunca habíamos tenido la oportunidad. Estábamos a oscuras y dentro de un carro apagado. Nos habíamos escapado del bar -eran mis años universitarios- luego de mucho mirarnos disimuladamente. Hacía frío pero yo me estaba derritiendo. Este hombre besaba largo y profundo, con labios que más que acoplarse a los míos me los comían. Pero eventualmente uno tiene que zafarse, respirar, volver a vivir. Y nos zafamos. En la puerta del bar estaba el amigo de la novia del hombre. Mirándonos, dándose cuenta de todo. Con una especie de satisfacción maligna en la expresión que no dejaba ninguna duda. Lero, lero. Los voy a acusar. A mí me caía bien la novia del hombre.

Sin ninguna duda el beso más famoso de la historia occidental es el beso de Judas. Cuentan los evangelios que el apóstol se presentó en el huerto de Getsemaní con un grupo de hombres armados con palos y espadas, de parte de la gente poderosa del pueblo. La señal convenida para que pudieran identificar al hombre que debían arrestar era un beso. Judas besó a Jesús. Un beso traidor.

Otro que está inmortalizado es el beso que se dieron en la boca los dirigentes de la Unión Soviética y Alemania del Este, Brézhnev y Honecker, en 1979. Aunque escandalizó en Occidente, era una práctica de lo más común entre los políticos de Europa Oriental y este en particular sellaba los lazos de unión entre las repúblicas socialistas. Veinte años después, de esa unión ya solo quedaban las ruinas de un muro y el beso de la hermandad, satirizado en un mural por el artista ruso Dmitri Vrubel, pasó a significar todo lo contrario. El derrumbe del socialismo. Hoy en día, debajo de la escena, puede leerse: "Dios mío, ayúdame a sobrevivir este amor letal".

Traidor y letal es también el beso con el que se enamoran Romeo y Julieta solo para darse cuenta de que tendrían que odiarse porque sus familias son enemigas. En Lo que el viento se llevó Rhett Butler besa arrebatadamente a Scarlett O'Hara a sabiendas de que ella, como mínimo, va a devolverle la atención con una cachetada. Britney Spears se acercó a Madonna en plena función de los MTV Music Awards de 2003 para darle el que se ha convertido, según una encuesta británica, en el beso más sexy de la primera década del siglo XXI. Un beso homosexual, desafiante y provocador. Y cómo no incluir aquí a la inolvidable Rosario Tijeras, de Jorge Franco, que mataba besando.


La tentación de besar no solo supera riesgos improbables. Supera todos los riesgos. No puede ser casualidad que los besos más celebrados de todos los tiempos sean prohibidos. Infieles, fatales, enemigos. O cuando menos escandalosos. Y quizás mi amigo besara tan bien porque era el novio de otra


El beso esquimal se da con la nariz, el beso mariposa con las pestañas, el beso robado sin consentimiento, el beso de la paz en la iglesia, el beso francés con lengua, el beso negro en el culo y el beso mágico no es el que convierte al sapo en príncipe sino el que se convierte en polvo. Y si el orgasmo es la pequeña muerte, como dicen, entonces el beso tendría que ser el pequeño orgasmo.