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"¿Que culpa tengo yo, de tener la sangre roja y el corazón a la izquierda?"

Del cortesano que traicionaba hasta su propia sombra


Por... Armando Zambrano <Facebook > 

En verdad, cuando fuimos enterados de la existencia de las Crónicas del dictador y los meandros del poder, fue tal nuestra fascinación que nos embriagamos recorriendo, frase a frase, su totalidad. Junto al latinista, el agrimensor, el filósofo y uno que otro espíritu de saber, nos dedicamos, durante muchas horas, a extraer el sentido que allí se había posado. En las lecturas que nunca estuvieron ausentes de un buen vino comprendíamos cómo el dictador reflejaba las barbaries del poder. Su poder era un espejo sin imagen pues en los cortesanos, duques, príncipes, duquesas, bufones, parlanchines y uno que otro abad se tejía la maldad. Entre las más de seiscientas hojas que tan sabiamente conservó para la historia Don Fernando Zalamea y del Castillo, encontramos esta que narra de cómo un cortesano traicionaba hasta su sombra. 

Allí se lee lo siguiente: “soy del linaje de Don Federman y Montesinos, del cual se destila lo más claro de los cielos, cuya cabellera se enrosca como serpiente encrespada i la piel es menos que un rubí. Nunca hubo sino pureza en nuestra piel pues de mezclas nunca supimos. De mis ojos explota el relámpago de la bondad i de mis manos el horizonte de la pulcritud. Las esmeraldas que tanto fascinó a mis ancestros se incrustaron en mis ojos. Heredé de mis ancestros, cuyo territorio entra hasta allí donde las olas pierden su gramaje, el verbo salvador i el poder de lo absoluto. Mis títulos nobiliarios los granjeé en terribles luchas i la letras fueron siempre mi pasión. Mi voz tiene el eco de las corrientes cruzadas de ventiscos i si por alguna razón no soy devoto sino del Rey pues ninguna cruz, más que la de mi noble linaje, me salvará de mis pasiones es porque sólo al Rey debo mi devoción. Mi linaje me hizo noble heredero de las pasiones del poder. Mis luchas fueron siempre vientos i mi ballesta, arcabuz i flecha son los gritos que derrumban muros. Debo decirte que sí en la montaña cae el relámpago, allí saltaré con mi ejército de bondades para atraparlo e impedir algún sufrimiento de mi Rey. De mis ojos i mis manos cae la fuerza de mi linaje i mis letras de lo recto las espongo como versos. Ay de mi linaje si por algún motibo caigo en la pedantería porque sólo el grito relampaguea en los espíritus de obediencia y sumisión. Si mi lema es el Rey i de él los poderes que usufructe, no es pecado divino sino obediencia fiel i cruel. Mi grito enrosca lo más turbio de las eidades, mi frónesis está en el poder. Que se esquive el bien supremo porque solo de poderes tengo el arrebato de su esencia. Hay de aquel cuya ironía enturbie mi camino porque mi látigo de hechicería caerá sobre su pecho. Sólo defiendo causas de poder i mi ruego siempre es la avaricia de algún destino. Nunca llegué al trono pues dispuesto estuve a servirle a mi Rey. De viajes i tropeles soy i doy cuenta a mi linaje porque lo blanco siempre es el resultado de todos los colores. Defiendo a quien lo solicita i en los tropeles de caballeros siempre ganancia obtengo más si es de plebeyos mi provecho se triplica. Este fue, señor mi lema i mi intriga que hoy le narro para que sepan todos que no hay Corte sin traición ni poder sin ipocrecia. Si e de vender al buen cortés mi virtud i mi nobleza sólo será para salvarle a vusted mi supremo Rey. Recordad que hubo quien le antecedió i le serví de la mismisima forma que hoy su majestad se pliega ante mis pies por el bien de mi señorío. Mi sombra no es impedimento para salvar este feudo i si tengo que avasayarla solo será para el bien de los Supremos. Honor a Don Federman y Montesino de quien heredé su más fiel principio: poco importa si me traiciono, lo importante es el Rey pues no hay mejor placer que la sutilesa de una buena estratagema; lo importante es ganar incluso si debo traicionar mi propia sombra. 

Tal fue nuestra sorpresa que no paramos de reír. Era la verdad del poder lo que allí se mostraba y de cómo es posible ser cortesano siempre y cuando se traicione. Me dijo el latinista que no había ningún problema pues el Kurion encerraba su propio muthos. Se refería tan sagrado espíritu a la revelación de la esencia de la fábula y su mímesis. Aprendí junto a él que la herencia del poder residía en la torcedura doble del verbo. Quien habla no necesariamente cifra su verdad aunque la verdad sea intriga para el que la escucha. Esta regla funcionaba entre cortesanos. La Corte Alta escuchaba sin reparo la verdad mentirosa del poder y la de Aplausos ensalzaba el odio con gestos cuya mímesis era la defensa del poder y su trono de estiércol. En esta misma crónica logramos descifrar lo siguiente: 

potestatem habere vos postulo scio omnes rident et hypocrisis unde virtus. 
Inimicus meus vere prodidit umbra mea ego id tantum 

Para ganar el poder hay que saber reír y toda hipocresía es fuente de poder. 
Mi verdadero enemigo es mi sombra solo debo traicionarla para poder triunfar 

No pudimos comprender si esta frase que aquí transcribimos es del Cortesano que traicionaba hasta su sombra o la del Rey que en verdad era un dictador 

Quia pavor invadit me infirmus pedibus meis verbum eorum arma et esse lutum.Summo deorum noctis venit sine solutione duplici proditione me 

El miedo me invade pues mis pies son de barro y mi coraza se debilita con sus palabras. Supremo de los dioses, que la noche llegue sin que la traición me pague doble 

Tal fue el ruego ante el nauseabundo verbo del traidor. No era menos el temor pues había traicionado a quien lo había ungido con las más exquisitas letras. De éste había aprendido a obedecer sin reparar y marchar sin importarle si la sed lo laceraba en llamas. El cortesano quien se había opuesto a otros reyes ensalzándolos primero, luego abrazándolo y, finalmente, traicionándolo, infligía en el dictador toda clase de miedos. Aquel había brotado de las más temibles luchas y fue allí donde aprendió el arte de la traición. Pues no hay poder sin traición como no hay lucha sin placer. Lo más humano, me dijo el filósofo que no paraba de reír, era la traición; en ella residía la imposibilidad del hombre de ser Dios. El agrimensor nos habló del poder y su territorio no sin antes advertir que sólo hay territorio allí donde el poder brota pues ninguna felicidad se gana en la sola imaginación y el latinista nos advirtió: seguramente más adelante encontraremos una frase de este modo: el miedo es la faz de mi delirio. Timor magis sit faciem delirieum.

De hechicerías, brebajes y demonios

Por... Armando Zambrano <Facebook > 

Don Fernando Zalamea y del Castillo guardó por casi cerca de un siglo estas crónicas sobre el dictador. En un baúl las conservó celosamente y allí apiladas fueron tornándose amarillas o violetas. Hubo necesidad de un curador para extraer cada frase y de un latinista para interpretar la caligrafía con su sentido. Eran más de seiscientos folios cuya tinta de venado fue perdiendo la fuerza con el tiempo. En algunos de sus bordes se encontraron secretos de hechicerías, demonios y brebajes. Hildalgo caballero, no paraba de narrar la única batalla que libró. Fue en los extensos bosques del Aljurrí allí donde se cruzan dos caudalosos e imponentes ríos; el alhumar y el algadaba. Así los bautizaron las cabezas de donde se desprende el linaje del dictador. El misterio de la pata de cobre y los tres dedos de tripa de buey de Don Fernando Zalamea y del Castillo tiene su origen en los socorros del plebeyo. La pata fue templada con piedras al rojo vivo extraídas del alhumar, los dedos fueron puestos al sol hasta que alcanzaron la forma sin sus uñas. 

En una de las crónicas se lee que aquella noche cuando el dictador aniquilado por el pánico, viendo su corte de aplausos silenciar el acorde, se quedó mirando fijamente a la única guacamaya negra que había en el Salón de los Ancestros. Su mirada fue tan fría que le robó su alma y desde entonces yace allí disecada. El secreto lo aprendió de aquella mujer, la única que tenía los cabellos de alambre cobrizo y la nariz como una pata de arracacha. El la buscaba al lado de la Abadía; se escondía en una capa de esas que usan los agustinos descalzos y embriagaba de amor su ego. Nunca siquiera la mujer le dio un beso, ella lo acogía para extraer de él sus secretos del poder. A cambio, la plebeya le enseñó cuanto sabía de hechicería. Le dijo que por ejemplo, para dominar a bribones, cortesanos, parlanchines y bufones sólo requería tomar este brebaje. Un pelo de burro seco, dos alas de mosca azul, el ojo izquierdo del zancudo verde, una pisca de grasa de marrano joven y tres pelos de culebra. Esto lo mezclaba con un líquido cristalino que no era agua pero sí lágrimas de colibrí. La agilidad del colibrí le daría las fuerzas para disecar cualquier maledicencia. Pero si quería conjurar las sublevaciones sólo requería consumir fuego de camaleón con agua del algadaba. Para controlar los chismes y otros desmanes de la consciencia sólo le bastaba con secar un rayo de fuego de dragón de dos cabezas. El dictador encontraba allí lo que sus ancestros le enseñaron. Y en verdad, los saberes de brujos, alquimistas y astrólogos fueron arrebatados por la ciencia. 

Más adelante dice la crónica que la guacamaya negra disecada por la mirada del dictador era una maldición y que pronto, muy pronto, la abadía caería en llamas, la torre derruida y cada escondrijo sería azotado por la plebe. Era cierto, Don Fernando Zalamea y del Castillo apuntó en uno de sus bordes que si de demonios se hablaba en el palacio había uno. Nunca se supo si en verdad fue la mujer nariz de arracacha su iniciadora, pues en la crónica se observa que esto lo aprendió en uno de sus viajes. Lo cierto es que la hechicería, brebajes y demonios no le ayudaron a salvar su alma cuando hubo de hundir sobre su pecho el aguijón de su delirio.

La Corte de aplausos y la angustia del dictador


Por... Armando Zambrano <Facebook > 

El viento había soplado más que de costumbre, los pliegues de la ventana no cesaban; el chirrido de las bisagras fue infinito. El palacio decaía; el tiempo había sido implacable y el imponente trono comenzaba a ser un asunto del pasado. La Corte de Aplausos hacia esfuerzos por llevar el acorde; en sus manos también podía verse la decadencia de la costumbre. Junto a él, junto a ellos, el fantasma rondaba; no hay palacio que no tenga su fantasma. La duquesa de la mentira, con su cuerpo cansado y la mirada ida, le hablaba al oído mientras sus ojos señalaban a la próxima víctima. Él, ya sin fuerzas, sólo asentía con la cabeza; su rostro marcaba el paso de la angustia. La Corte de Aplausos no paraba de aplaudir, el bufón reía y el príncipe caía presa de la ira; era incapaz de hacer reír. Sólo el hombre inteligente sabe que en la risa está la grandeza de su espíritu. El príncipe y la duquesa, sentados a diestra y siniestra del dictador miraban a los condenados. No era el dictador quien condenaba, sino quienes estaban sentados junto a él. Incapaz incluso de perdonar y fiel a sus prácticas medievales, el dictador no conocía el indulto. Mientras el festín de la arrogancia mostraba su esplendor, el dictador soñaba con una caballería, y mientras escuchaba el alarido del verdugo, imaginaba la limpieza de su ballesta. El vestido oscuro era su armadura, no tenía reina, ni pajes, su soledad era el delirio. Se creía Rey pero en verdad no era más que un dictador. 

La noche caí lentamente, el sol se había ocultado y la soledad del palacio era un eterno aplauso. Un gato negro, dos pájaros azules, una serpiente dorada, cuatro guacamayas rosadas, diez mariposas marrones y una lechuza de cristal aún permanecían erguidos. Por donde fuera, el dictador encontraba un abrazo; él sabía quién lo traicionaría pero aún así, pagaba con el mismo gesto. En las paredes del salón de los ancestros aún estaban los títulos nobiliarios, aquellos que él mismo imaginaba. El escudo de armas, la cabeza de jabalí, cuatro faroles y un gran sillón era el legado de sus ancestros. El dictador los miraba y su soledad era angustia. La angustia no tiene objeto, y la soledad es la suspensión del alma. Una vajilla de bordes dorados, con inscripciones de las guerras, yacía sobre lo poco que quedaba de la mesa. Los tapetes de hilos rojos aún conservaban los pasos de caballeros, príncipes y reinas. El salón de los ancestros, donde siglos atrás tantas conspiraciones tuvieron lugar, se resistía a la ruina. La decadencia no era sólo del dictador, también su trono de estiércol mostraba el paso de los siglos. 

¿Quién podría dar fe de aquel grito que brotó de la ruinas del palacio y se posó en el centro del Salón de los Ancestros? Sólo el caballero de la plebe, los arqueros del destino, las reinas de la sabiduría y los hechiceros de la suerte, sabían escuchar el alma del grito. La voz es un gran grito y la mirada la condensación de su sonido. El grito volvió iracundo al dictador. En su soledad, levantó sus manos para impedirlo. Fue justo allí cuando la duquesa y su príncipe salieron en estampida, corrieron a guarecerse en la Corte de Aplausos. Era el comienzo de la traición. Recuerdo que después de muchos siglos la noche tuvo su tranquilidad y una densa calma invadió todo escondrijo del palacio; el dictador lloró su soledad y como escorpión acorralado por las llamas, apuntó su aguijón sobre su pecho. De él sólo queda el recuerdo de una juventud hostil y la maldad de su conocimiento. No hubo necesidad de soplar sobre sus pies, la ruina de su poder era el arma del arquero. Aquella noche, la plebe alcanzó su libertad.

La higienización ideológica en la institución de cultura

Por... Armando Zambrano <Facebook > 

El Dictador tiene miedo y no resiste que se le mire a los ojos ni que el grito replique fuera de los muros. Crea encierros para conjurar la sublevación. Pero el grito sale y crea un tormento que su espíritu busca aplacar. Se esconde siempre, nunca mira de frente; ríe falsamente y camina como si se tratara del vestido del emperador. Tiene miedo porque su incapacidad intelectual lo hace ver diablos y hechicerías allí donde no las hay. Su miedo se traduce en la fuerza bruta, en el garrote, en las normas de un código atroz. Incapaz en su miedo, desempolva la norma que siempre durmió en las manos de los otros. Recurre a los artificios jurídicos para aplicar lo que su incapacidad intelectual le impide pensar y ver. El dictador es bruto e inepto por naturaleza y su inteligencia sólo la aplica para perseguir. En la persecución reside el ejercicio del poder. Al escuchar el grito, su espíritu se retuerce de ira, no soporta el ligero viento de la crítica ni la suave caricia de una idea progresista. Tiene miedo y se esconde en el aplauso mentiroso de la corte. Voltea la mano para palmotear. El dictador cae presa del pánico y lanza enristre busca limpiar la impureza que él mismo ayudó a sembrar. El dictador no duerme pues su delirio lo vuelve ciego y lo aparta de lo humano; se hace máquina. Despojado incluso de su moral divina, ve en los otros la proyección de sus miedos. Azaroso en su hablar, se presenta como el paladín del orden. Tiene miedo de su libertad, diría Fromm. 

El orden es propio del dictador; no soporta que otras formas de estar puedan coexistir y regular la esencia misma de la institución. A ésta la toma como su objeto de deseo. El miedo del dictador está en la falsa propiedad de la institución; incluso se inventa persecuciones allí donde no las hay. Como si fuera Dios, se dirige a la multitud con frases de terror presentándolas como bellos horizontes e idílicos paraísos. El dictador no resiste su soledad y siempre cree arreglarles el mundo a los otros. Su poder es falso, débil y mezquino porque siempre se dirige a la gestión de la vida del otro. La vida de los otros es su pasión no para crecer sino para guarecerse de sus demonios.

Todo su delirio se resume en la higienización ideológica. Limpieza que comienza con un discurso sobre el orden y el progreso o con formas ideológicas que apuntan a la construcción del futuro del otro. Incapaz de pensar su propio futuro, proyecta la decepción en la figura del otro. El dictador es proclive a la higiene, a la limpieza, al orden; toda bacteria le produce terror pues sus manos no soportan la grandeza de lo contrario. Higieniza sobre el terror, infunde miedo y todo aquel que se levante terminará en la Santa Inquisición. La higiene es su obsesión; el orden, su delirio y la regla, el misterio de su miedo.

El dictador no comprende que la institución de cultura es la lucha contra el miedo, el lugar del pensamiento y la gimnasia de la crítica. Para él, la institución de cultura es peligrosa porque allí se piensa. Pero él sabe que a mayor persecución mayor es el riesgo de perder el poder. Y sabiéndolo, persiste en el ejercicio de la crueldad; éste es su delirio y la piedra que lo aplastará. Sólo hay que resistir, pues el miedo del dictador es la victoria de la bondad, el triunfo de la heteronomía y la virtud del luchador. Nos levantaremos contra el dictador y su corte de aplausos. Sólo soplemos en los pies de barro del dictador y él caerá.

El miedo del dictador

1ra Crónica: El miedo del dictador



Por... Armando Zambrano <Facebook > 

La inquisición legó en la historia de la humanidad una práctica terriblemente inhumana y todo consistía en atacar al “hereje”. La palabra herejía, base fundamental de este Tribunal de Oficio, es una derivación del término griego que significaba “elegir” “querer”, escoger”. El Tribunal de oficio de la Inquisición fundaba su acción en las simples denuncias sin fundamento. Se atacaba la supuesta hechicería y toda práctica contraria a los preceptos de la Sagrada Institución Católica. La herejía se clasificaba en varios delitos: apostasía a la fe, blasfemias, Cismas, Adivinanzas y hechicerías, evocación de brujerías, ensalmos y demonios, delitos cometidos por los no sacerdotes cuando celebraban misa o confesaban sin tener la investidura para hacerlo, etc. Un código de hecho, cerrado, temeroso de la verdad o de la libre práctica se impuso y con ello surgieron los más crueles castigos infligidos al denunciado. El Tribunal de la Santa Inquisición fue una máquina de terror cuyas prácticas generaron diversos métodos de tortura física. El Nombre de la Rosa, hermosa película cuya trama es la búsqueda del libro de Aristóteles: Poética -sobre la risa- ilustra perfectamente la función de dicho Tribunal. En grandes líneas, esta maravillosa película muestra cómo una Abadía benedictina italiana del siglo XIV cae presa del pánico por la muerte misteriosa de uno de sus monjes. El libro de Aristóteles está en el centro de la causa de la extraña muerte de varios monjes. Esta bella película dirigida por Jean-Jacques Annaud muestra cómo la risa era considerada una puerta para burlarse de los infieles. El monje ciego en la película consideraba que la risa no era más que la apertura para el pecado. Este hecho se tradujo como un delito para la Iglesia, pues fuera de la religión no se admitía ninguna libertad de pensamiento. Al final, el Tribunal de la Inquisición condenó, torturó despiadadamente y la biblioteca se prendió en llamas… arde la Abadía… En nuestro país, precisamente en la Plaza Bolívar de Cartagena de Indias, se encuentra el Palacio de la Inquisición. En uno de sus costados, volteando la esquina, hay varias ventanas circulares con barrotes. Allí se lee que por una de estas ventanas se denunciaba a los herejes. Podía darse que si alguien tenía un enemigo una forma de aniquilarlo era denunciándolo falsamente. La hoguera, el martirio, la horca no fallaban.

De este Tribunal de oficio aprendieron rápidamente los dictadores. La tortura psicológica, la flagelación física, la persecución ideológica y en general, la práctica del terror. Sólo se requiere ver detenidamente el oleo de Munch –el grito- para ver la crueldad de la persecución. Pero lo que hay allí, en el fondo del inconsciente, es el miedo del dictador. Precisamente porque la libertad de pensar desgarra su ego, le genera pánico y cae presa del delirio de grandeza. Los dictadores son mediocres en sus formas de vida y aducen títulos que ellos mismos son incapaces de poseer. Se presentan como incólumes frente a las mayorías y obedece sin reflexionar ni pensar. Su estructura social está armada sobre ejes de terror y padece de insomnio. Su moral está adornada con el garrote y cree profundamente en el verbo divino. Para ejercer el poder, del cual él es consciente que pronto lo aplastará, el dictador se aferra a las más temibles prácticas de persecución. Iracundo en su forma de decir públicamente la debilidad que lo carcome, el dictador ríe falsamente. Para ver la grandeza de una lucha es justo y necesario detenerse a ver el miedo del dictador.

LOS HEREDEROS COLOMBIANOS DE HITLER

LOS HEREDEROS COLOMBIANOS DE HITLER

Por Daniel Vivas Barandica 


Hitler, probablemente, se revolcaría en su tumba. El saludo nazi y la cruz gamada ahora se encuentran en poder de jóvenes que no tienen sangre aria o un apellido tan sonoro como Goebbels. Se hacen llamar Tercera fuerza nación, usan botas Dr. Martens, oyen "música anticomunista" y su cabeza brilla como una bola de billar. Son colombianos y creen que el Holocausto fue una gran mentira. Esta es su asombrosa historia.












-Al nacionalsocialismo no le falta ni una coma ni un punto. Ya está hecho, nosotros nos adaptamos a él -me dice Alfredo Devia, mientras en el fondo suena una canción con pesados riffs de guitarra, fuertes golpes de batería y voces guturales en un idioma que es una mezcla improbable de español, inglés y alemán-.

Asiento y le doy un sorbo a mi cerveza. Luego le pregunto qué tipo de música estamos escuchando y me dice que es R.A.C. Como la palabra me suena extraña, abro un poco los ojos y trato de adivinar diciéndole que si es un género que mezcla metal, punk y hardcore. Me mira por un momento, y me explica qué es R.A.C.: Rock Anti Comunista. Una corriente musical de ideología fascista, sus letras hablan de un renacer de los antiguos valores de ultraderecha, el movimiento skinhead, el rechazo a los inmigrantes y una fuerza nazista en contra del capitalismo.

"Vieja Europa despierta -dice un estribillo del grupo División 250- te tienes que levantar. Vieja Europa despierta, Tus hijos están listos, tienes que luchar. Luchar hasta que muera. Luchar hasta el fin. Unamos nuestros esfuerzos. Todos juntos buscando el mismo fin. Nuestra raza está siendo amenazada. Vieja Europa, ¿qué ha sido de ti?".  Miro a mi alrededor. Estoy dentro de un bar en el centro de Bogotá, un bar que no tiene letrero, ubicado en la calle 22 con carrera 5ta. Un bar en el que cerca de sesenta personas vestidas casi todas de negro, se han congregado para sentir que vale la pena pertenecer a un grupo especial.

Que vale la pena seguir unas ideas que en algunos países del mundo llevan a la cárcel. Unas ideas que, según lo que me han enseñado desde que tengo uso de razón, produjeron la muerte de más de seis millones de judíos y desencadenaron una de las guerras más sangrientas de la humanidad. Me dan ganas de preguntarle a Alfredo si está consciente de lo que significa para el mundo que él sea uno de los líderes del grupo más grande de ideología nazi en Colombia: Tercera Fuerza Nación.

En el bar hay sillas de madera y se ven viejas. Sobre ellas reposan hombres y mujeres mestizos que ríen, toman cerveza y esperan ansiosos que pase algo en la tarima. Algunos hombres llevan la cabeza rapada, otros el pelo corto, uno que otro lo lleva más abajo de los hombros. Tienen zapatos Adidas clásicos, botas Dr. Martens o sus imitaciones, y jeans negros entubados. Casi todos usan chaqueta de aviador. Las pocas mujeres que hay, van también de negro, poco maquillaje y pantalón entubado.

En el centro del bar cuelga una gran bandera roja con una cruz negra y una esvástica. Es increíble lo intimidante que puede ser un pedazo de tela. Alfredo me dice algo, no lo escucho, lo volteo a mirar y caigo en la cuenta que se parece al flaco Solórzano, el actor de televisión. Solo que rapado (yo no puedo decir pelo a ras), y con menos acento caleño.

Le sigo haciendo preguntas sobre el movimiento nazi en Colombia, sobre los skinheads, sobre su vida. Permanece más serio y me cuenta que es técnico en sistemas y tiene un local en el centro de la ciudad, donde arregla y revisa computadores. Lleva casi dos décadas de militancia en el movimiento, y agrega que comenzó como skinhead de orden fascista, y por eso aún conserva un poco la estética de los "cabezas rapadas", aunque la Asociación Cultural Tercera Fuerza Nación (TFN) no tiene nada que ver con los skinheads actuales que se dan duro en las calles. Comenta que aunque en un principio había skinheads nacionalsocialistas y otros de corte comunista, ahora el movimiento skin son un montón de drogadictos que albergan a cualquier tipo de personas: afrocolombianos, homosexuales, punks, rastas... y dicen ser comunistas, otros anarquistas y  no tienen prejuicios raciales.

Hace dos años yo iba caminando por Chapinero, exactamente por la calle 59 con carrera Séptima y varios jóvenes medio rapados estuvieron a punto de golpearme por llevar unos audífonos de colores Aerials y parecerles "fresita", frase que me repitieron varias veces.  Le cuento a Alfredo cómo salí corriendo para no terminar en un tumulto de puños y patadas y le confieso que yo siempre había creído que eran neonazis.

Agrego que para mí, y otros cientos de personas, ellos son igualitos. No me mira muy bien cuando pronuncio todas estas palabras, luego dice que esa es la zona de los SHARP y la RASH. SHARP, me dice, corresponde a Skinheads Against Racial Prejudice (skinheads contra los prejuicios raciales), y RASH, Red & Anarchist Skin Heads (cabezas rapadas rojos y anarquistas. Ambos hacen parte del movimiento skinhead original, de los jóvenes de la clase obrera inglesa que nacieron bajo la influencia del movimiento alternativo Mod y los jamaiquinos Rudeboys.

Me cuesta un poco entender que haya varios grupos de "cabezas rapadas" que no se muevan bajo los mismos preceptos, y que Alfredo me diga que no tienen nada que ver con ellos. Empiezo a hacerle más preguntas, mientras observo una mesa con un cuadro de Hitler, al lado unas imponentes botas negras, libros y propaganda nazi, botones y vasos con la famosa esvástica, entre otros elementos a la venta. Alfredo me sigue contando que TFN realmente son una minoría atacada.

Que los RASH, SHARP y "muchos comunistas, incluso personajes del Polo Democrático" se han encargado de crear una campaña de difamación contra ellos. Que, por ejemplo, el evento en el que me encuentro, es en honor de los "camaradas" Luis Felipe Toquica, "menor caído en combate", y Álex del Castillo, arrestado por "defender las ideas nacionalsocialistas" y por el que se están recogiendo fondos para su defensa.

En un momento se nos acerca Diego Cubillos, otro de los líderes de Tercera Fuerza. También va rapado, está vestido de negro y tiene bigote. Al igual que su compañero, está cerca de los treinta años. Me mira, yo lo saludo, me alza la ceja, luego le dice algo a Alfredo al oído. Ya me lo habían presentado minutos antes, cuando llegué a la puerta del bar con Harley, el joven comunicador de casi dos metros y cabeza rapada, que después de semanas de insistencia contestó mis correos electrónicos, para buscarme un acercamiento con sus líderes.

Diego se va hacia la tarima, Alfredo me dice que ahora seguimos hablando y entonces comienza otro de los miembros a leer el programa de la noche. Los asistentes guardan silencio y en la tarima se habla que "el nacionalsocialismo es igual en todo el mundo". Otros de los "comandantes", que nunca llego a conocer, da un discurso en el que resalta "que la esvástica no se debe tatuar en el cuerpo, sino que se tatúa  en el corazón". Luego se lleva la mano al pecho y la alza gritando "Sieg... Heil!". Los asistentes le responden haciendo el conocido saludo al Führer.

Minutos después, una de las bandas invitadas comienza a tocar, algunos de los jóvenes se levantan y se empujan y golpean levemente. Alfredo vuelve a sentarse a mi lado, en un muro cerca de la tarima. Me dice que su "camarada" andaba como borracho y que el grupo que está tocando es bueno. Le sonrío y le pregunto que aparte del comunismo, ellos en contra de qué están. Me responde que de la guerrilla, los homosexuales, a los que cada año, cuando hacen la marcha por el orgullo gay, les montan una contramarcha, para recordarles "que no son naturales".

También me dice que no apoyan la drogadicción, la prostitución ni la mendicidad. Que están hartos de la inseguridad y luchan por una revolución de carácter ético racial que reivindique sus raíces hispánicas. Tercera Fuerza, me dice, tiene su origen en un grupo de la madre patria. Y es ahí cuando le pregunto qué piensa sobre los europeos xenofóbicos. Esos españoles que persiguen a los inmigrantes colombianos. Me mira y me responde que esos grupos no aplican el verdadero nacionalsocialismo, y que se nota que yo no he leído, y que por eso no tengo nada de que hablar.

Luego le pregunto por la postura de la organización hacia los judíos. Me mira de arriba abajo y me responde que se han encargado de difundir otra realidad. Que el holocausto no ocurrió como lo cuenta la historia y que mejor lea los libros de "Revisionismo Histórico". "Los judíos son un pueblo encargado de engañar al mundo", dice. Me quedo callado. Luego le pregunto dónde compro esos textos. Me responde secamente que en el centro, en Editorial Solar.

Minutos después, Alfredo se sube a la tarima, junto con Diego y otros "camaradas" de su grupo Quinta Columna. Luego prueban los instrumentos  y  comienzan a tocar un poco más de su estridente RAC. Los asistentes enloquecen de nuevo, algunos siguen saltando, simulan darse puños, yo salgo del lugar, no sin antes haber concertado una cita para el 16 de abril, día en que Tercera Fuerza Nación celebra el natalicio de Hitler con una gran ceremonia.

Editorial Solar está ubicada en la carrera 9ª con calle 19 cerca de la conocida zona de las ópticas, en el cuarto piso de un edificio al que se le notan los años por las paredes amarillentas y raspadas. Cuando entro, me atienden dos mujeres y me preguntan qué necesito, les digo que tengo cita con su jefe, Héctor Cruz. Mientras le confirman al señor mi presencia, observo unos grandes anaqueles con libros de diversos temas esotéricos.

Hay títulos como La genialidad de la astrología, Refugio de los Ángeles, ¿Qué es el karma? y allí, en la sección que dice Revisionismo Histórico está el libro con el que todos los integrantes de Tercera Fuerza, y simpatizantes del III Reich deben empezar: Mi lucha, de Adolf Hitler.

Cuando lo voy a hojear, me llaman y me indican que puedo seguir a una oficina. Saludo a un hombre robusto, de traje azul, con canas y piel canela, que me espera tras un gran escritorio. Me siento y después de presentarme le digo que me hable sobre la editorial, su origen y los libros de ideología nazi. El hombre me mira un poco ofuscado, me pregunta si yo soy de esos "cabecirrapados" que andan por ahí haciendo daños. Le digo que no.

Luego comienza a contar que su empresa nace a finales de los años ochenta, debido a su cercanía con los temas esotéricos. Y que su propósito consiste en expandir este conocimiento por toda Latinoamérica. Luego es cortante, agrega que no tiene nada más que decir y que respecto a los temas de revisionismo histórico, se publican para contar la historia contada por los vencidos. La historia como realmente ocurrió. Y que en ellos podré darme cuenta de las artimañas del pueblo judío, la grandeza del Führer, como líder militar y espiritual, quien no murió sino que se escapó de Alemania y fue el gestor de los ovnis.

Al escuchar estas palabras, mi cara no puede ocultar la emoción y le digo al  señor Cruz que me cuente sobre los ovnis y la forma en que se escapó Hitler de su país. El hombre se pone más incómodo de lo que está, se niega a hablar y me dice que la reunión ha terminado. No sin antes regalarme un ejemplar de un libro que en sus palabras "explica la verdad sobre la conspiración judeosionista". Nunca lo leí.


16 de abril. Llego a un hotel cerca de la Biblioteca Nacional. Afuera hay personas de la Alcaldía con chalecos rojos y algunos agentes de la policía. Varios hombres rapados llevan trajes negros y se notan ansiosos. Llamo a Alfredo y no me contesta. Llamo a Diego y me dice que lo espere en la esquina, que ya manda a alguien a recogerme. Un joven de pantalón negro, camisa blanca y chaqueta negra, con la mínima presencia de pelo en su cabeza, se me acerca y me saluda. Tiene escasos veinte años y se llama Daniel, como yo. Puede ser tu primo, tu hermano, tu novio, tu amigo.

Cuando entro en el gran salón del hotel me siento en los años treinta. Como en uno de esos lugares donde los verdaderos nazis supuestamente se reunían. Resaltan los colores rojo, negro y dorado. Resaltan los brazaletes con esvásticas, las letras TF y las águilas imperiales alemanas. Resaltan los afiches de Hitler. Resalta gente normal que parece más bien disfrazada. Perfectamente podrías estar viendo a alguien que vive cerca de tu casa, te atiende en un restaurante o camina a tu lado mientras te montas en el Transmilenio. En la tarima está Alfredo con la cúpula, intento saludarlo de lejos pero no me ve.

Saludo a Diego que está cerca de la puerta. Lleva un traje negro y se  ve orgulloso de lo que ha logrado. En este momento la imagen del técnico judicial que se mantiene por las calles del centro, desaparece. La imagen del hombre que tiene una banda de rock, se esfuma. La imagen de un joven del occidente de la ciudad, al que puedes ver un domingo en el estadio o en un centro comercial, se pierde. En este momento él es la representación del símbolo de la crueldad, por el que más de cien personas se han congregado a rendir homenaje. 

Me pregunto si Hitler estaría de acuerdo con estas reuniones y sus simpatizantes colombianos. Mientras tanto, un proyector muestra sobre una tela blanca algunos videos en blanco y negro de las tropas de la Alemania nazi. Algunos de los miembros más jóvenes están con sus compañeras sentimentales. Me pregunto cuántos de aquí saben alemán, cuántos saben realmente qué quieren representar. Los meseros me pasan un vino dulce para el brindis. Suena "rock anti comunista", en la tela aparecen imágenes de Tercera Fuerza. No sé en qué idioma está, no sé nada, es más, no sé si soy un buen periodista. Varios miembros que han ido un poco más informales, llevan camisa de manga corta y tienen una telaraña tatuada en el codo.

Luego, cuando suena Al viento a las banderas, himno del Partido Nacionalsocialista, nadie lo canta. Nadie lo puede pronunciar. Observo a Diego, Alfredo y los demás líderes en la tarima, parados frente a todos, callados y muy serios. Se sienten grandes, se sienten imponentes, realmente se la creen. Me pregunto si cuando Alfredo leyó por primera vez Mi Lucha, y terminó de verse The Wall (libro y película que lo llevaron a indagar sobre el nacionalsocialismo), pensó que algún día tendría a un pequeño ejército a su disposición.

Un pequeño ejército que en un caso extremo afirma no dudar en tomar las armas. Un pequeño ejército con integrantes de diferentes clases sociales enmarcados en una ideología ultraderecha. Una ideología que en países como Alemania, Francia, Italia, Holanda, por nombrar tan solo algunos, su mera apología o hasta distribución literaria, puede significar un buen tiempo tras las rejas.

Como le ocurrió al español Pedro Varela, propietario de una librería en Barcelona, condenado a casi tres años de cárcel por comercializar libros de orden nacionalsocialista, que según la ley del país incitan a la discriminación, el odio y la violencia. Para Diego y Alfredo este hombre es un mártir.

Durante horas, la conmemoración del natalicio del Führer, son discursos sobre discursos. Los asistentes constantemente responden con un Heil Hitler! Unos con la mano izquierda, otros con la derecha, otros lo hacen torpemente. Las mujeres nacionalsocialistas reconocen que son abnegadas pero importantes para la organización. Algunos miembros hablan del orgullo de ser militantes de Tercera Fuerza. Diego, que interviene varias veces, señala un póster de Hitler y lo nombra "El genio más grande que ha generado la humanidad. Un humano demasiado humano y al mismo tiempo un dios".

Luego agrega que se cumplen 112 de la era hitleriana. Otro miembro dice: "No descansaremos hasta exterminar a los judíos, barbarie de un pueblo capitalista". Noto que toda la diplomacia que habían manejado antes desaparece. Noto que algunos proclaman la superioridad de una raza pura. Me pregunto cuál raza. Aunque Diego, previamente me ha dicho que no están dentro de la línea del White Power, o me mintió o algunos están confundidos.

Finalmente cuando la ceremonia termina y se disponen a servir los pasabocas, salgo de inmediato del lugar. En la recepción un hombre de piel morena sonríe y me dice hasta luego. Llueve, camino por la calle y una mujer que no tiene ojos azules y no mide 1,90 me ofrece cigarrillos y dulces. Paso por una vitrina y me veo reflejado.

-¡Viva España! -gritan adentro.

-Sieg... Heil! -repiten otros.

En el hotel se quedó la "raza caucásica". El resto -por suerte- estamos afuera.

LA NATURALEZA DEL BESO


LA NATURALEZA DEL BESO
La tentación de besar supera cualquier tipo de prohibición. En la India es un delito y hay turistas que han dejado sus huesos en la cárcel por juntar sus labios en público, pero no puede ser casualidad que los besos más celebrados de todos los tiempos sean los prohibidos. Este texto explora la naturaleza de un acto que involucra a 34 músculos y que, según los estudios más juiciosos, es tan estimulante como un gramo de cocaína.











Nos dimos un piquito no más. Pero no, eso no era lo que ellos querían. Ellos querían un beso con todas las de la ley. A nosotros nos empezó a parecer raro el asunto. Cuatro universitarios pidiéndole a una pareja de extranjeros, recién conocida en la calle, además, que se diera un beso en la boca. No llevábamos mucho tiempo en India, vaya usted a saber si esa era una de las costumbres del país, y, bueno, tampoco íbamos a ser tan rogados. Al fin y al cabo era un inocente besito no más.

Nos acercamos, las cabezas ligeramente ladeadas, lentamente y con los ojos cerrados. Entonces nuestros labios se entrelazaron y al cabo mi lengua ya estaba dentro de él. O tal vez fue al contrario. El caso es que el beso fue intenso, tal como lo habían pedido. Nos despegamos y ellos, los cuatro universitarios, seguían mirándonos. Boquiabiertos y con un brillo extraño en los ojos en el que me pareció advertir malicia.

Luego nos enteramos de que en India besarse en público es tabú. En las películas de Bollywood, como se conoce a la industria cinematográfica de ese país, se insinúa que los personajes tiran. Incluso los muestran en acción. En un bodrio patriótico que nos vimos allá, las batallas de la guerra con Pakistán devienen en coreografías de baile pop y los amantes retozan desnudos en la nieve. Las tomas son de la cintura para arriba y él, encima de ella, más parece estar sufriendo un ataque de epilepsia. ¿Pero besos? Eso jamás.

El tabú no es solo de orden filosófico. Besarse en público es un delito tipificado en el código penal indio y se castiga con cárcel, multas, o las dos. En 2005 una pareja de israelís fue multada porque se besó en un templo de Rajastán, ¡al final de la ceremonia de su matrimonio! En 2007 se desataron protestas porque Richard Gere besó castamente la mano y la mejilla de una actriz en un evento en Delhi y hasta se emitió una orden de captura en su contra. Y en 2008, también en Delhi y por culpa de un beso en la calle, una pareja terminó arrestada, y eso que habían demostrado que estaban casados.

Y nosotros felices, rumbeándonos delante de cuatro lujuriosos universitarios que si no nos quitaban la mirada de encima era porque les habíamos dado porno duro. En vivo y en directo. No quiero ni imaginarme lo que hicieron cuando nos fuimos. O por la noche en sus camas. El beso es siempre la antesala del sexo.

Lo que pasa es esto. Los labios se llenan de sangre y el cuerpo se calienta. El corazón se acelera, la saliva fluye de las glándulas, aumentan los niveles de testosterona en los hombres y de estrógenos en las mujeres y se liberan los mismos químicos que intervienen en el orgasmo.

Al fin y al cabo los labios y la lengua están llenos de terminaciones nerviosas, igual que el clítoris y el glande, y cuando son estimulados desatan una furia de sensaciones. Según un estudio lo que siente una persona mientras está besando es idéntico a lo que siente una persona cuando toma cocaína. Placer, puro y simple.

De lo que se pierden los indios.

Lo desconcertante es que fue en ese país donde empezó todo. Los besos, su historia o, por lo menos, sus representaciones. Algunos historiadores creen que la práctica de besarse fue aprendida por los griegos cuando Alejandro el Grande invadió India en el año 326 antes de Cristo. Lo que sí está comprobado es que las primeras referencias literarias a gente besándose en los labios de que se tiene noticia están en los Vedas, los textos sagrados del hinduismo, que fueron escritos alrededor del año 1000 antes de Cristo. Las primeras esculturas de besos se tallaron por la misma época y también en India, en los templos de Khajuraho.

Claro que en Khajuraho los besos son lo de menos. En esos muros se ve de todo. Vergas, culos, tetas y cucas. El misionero, el pollo asado, el 69, el perrito, de pie, patas arriba y por atrás. Homosexuales, swingers, tríos y orgías. Voyerismo, exhibicionismo, sadomasoquismo, pedofilia y zoofilia, ¡con elefantes y caballos! Se ven todas y cada una de las posturas eróticas y prácticas sexuales posibles e imaginables, entre ellas algunas que siguen siendo tabú hoy en día y no ya en India sino en Occidente. Al parecer no siempre los indios fueron tan aguafiestas.

Ni son los únicos. Las demostraciones públicas de afecto son castigadas criminalmente en lugares como Pakistán, Dubái, Singapur y Corea del Norte. En Sudáfrica están prohibidas para menores de dieciséis años. En otros países, como Corea del Sur, son mal vistas. Y existen culturas donde sencillamente no se besan en los labios nunca. Ni en público ni en privado. En el Pacífico Sur los besos eran desconocidos hasta la llegada de los colonizadores. Algunas tribus de África creen que la boca es el portal del alma y que a través del beso es posible robar el espíritu o invitar la muerte. Y según la gente del Himalaya la boca está llena de gérmenes y por eso juntar los labios e intercambiar saliva es una cochinada que no se hace.

No les falta razón. No del todo. En la boca hay cerca de 298 colonias de bacterias y es cierto que se pueden pasar enfermedades a través de la saliva. La mononucleosis, por ejemplo, se conoce como la enfermedad del beso. Por muchos siglos los europeos se besaron en la boca para saludarse. Entonces llegó la peste. Poblaciones enteras se contagiaban y morían de la noche a la mañana. Para el siglo XVI ya se había instaurado la costumbre, más distante e higiénica, del beso en la mejilla.

Sin embargo, con todo y gérmenes, noventa por ciento de la población del mundo se besa. Incluso se han dado verdaderas revoluciones en pro de la libertad del beso. En los años sesenta, los hippies empezaron a predicar el amor libre y desafiaban a la autoridad practicándolo en los parques. Las puritanas leyes que, desde la época de la revolución industrial, prohibían besarse en público tuvieron que ser revocadas. En los años noventa, en Japón, se puso de moda darse besos en la calle, lo que marcó un cambio profundo en una sociedad que censuraba la práctica. Y en la actual Sudáfrica los adolescentes organizan besatones masivas en lugares públicos para protestar en contra de las leyes prohibitivas.

Es que el placer y las gratificaciones superan con creces los riesgos que, por demás, son solo probabilidades inciertas. Los besos reducen el estrés y los niveles de colesterol, son benéficos para el sistema cardiovascular y hasta adelgazan. Una persona en plena acción quema de dos a tres calorías por minuto. Más o menos lo mismo que gastamos durante el ejercicio de caminar. Besarse es una actividad compleja que involucra 112 posturas y 34 músculos y requiere gran coordinación. Como quien dice que no cualquier hijo de vecino sabe besar. O bueno, besar bien, que es una cosa muy distinta.

Yo conocí a uno que besaba muy bien. Me gustaba desde el colegio pero nunca habíamos tenido la oportunidad. Estábamos a oscuras y dentro de un carro apagado. Nos habíamos escapado del bar -eran mis años universitarios- luego de mucho mirarnos disimuladamente. Hacía frío pero yo me estaba derritiendo. Este hombre besaba largo y profundo, con labios que más que acoplarse a los míos me los comían. Pero eventualmente uno tiene que zafarse, respirar, volver a vivir. Y nos zafamos. En la puerta del bar estaba el amigo de la novia del hombre. Mirándonos, dándose cuenta de todo. Con una especie de satisfacción maligna en la expresión que no dejaba ninguna duda. Lero, lero. Los voy a acusar. A mí me caía bien la novia del hombre.

Sin ninguna duda el beso más famoso de la historia occidental es el beso de Judas. Cuentan los evangelios que el apóstol se presentó en el huerto de Getsemaní con un grupo de hombres armados con palos y espadas, de parte de la gente poderosa del pueblo. La señal convenida para que pudieran identificar al hombre que debían arrestar era un beso. Judas besó a Jesús. Un beso traidor.

Otro que está inmortalizado es el beso que se dieron en la boca los dirigentes de la Unión Soviética y Alemania del Este, Brézhnev y Honecker, en 1979. Aunque escandalizó en Occidente, era una práctica de lo más común entre los políticos de Europa Oriental y este en particular sellaba los lazos de unión entre las repúblicas socialistas. Veinte años después, de esa unión ya solo quedaban las ruinas de un muro y el beso de la hermandad, satirizado en un mural por el artista ruso Dmitri Vrubel, pasó a significar todo lo contrario. El derrumbe del socialismo. Hoy en día, debajo de la escena, puede leerse: "Dios mío, ayúdame a sobrevivir este amor letal".

Traidor y letal es también el beso con el que se enamoran Romeo y Julieta solo para darse cuenta de que tendrían que odiarse porque sus familias son enemigas. En Lo que el viento se llevó Rhett Butler besa arrebatadamente a Scarlett O'Hara a sabiendas de que ella, como mínimo, va a devolverle la atención con una cachetada. Britney Spears se acercó a Madonna en plena función de los MTV Music Awards de 2003 para darle el que se ha convertido, según una encuesta británica, en el beso más sexy de la primera década del siglo XXI. Un beso homosexual, desafiante y provocador. Y cómo no incluir aquí a la inolvidable Rosario Tijeras, de Jorge Franco, que mataba besando.


La tentación de besar no solo supera riesgos improbables. Supera todos los riesgos. No puede ser casualidad que los besos más celebrados de todos los tiempos sean prohibidos. Infieles, fatales, enemigos. O cuando menos escandalosos. Y quizás mi amigo besara tan bien porque era el novio de otra


El beso esquimal se da con la nariz, el beso mariposa con las pestañas, el beso robado sin consentimiento, el beso de la paz en la iglesia, el beso francés con lengua, el beso negro en el culo y el beso mágico no es el que convierte al sapo en príncipe sino el que se convierte en polvo. Y si el orgasmo es la pequeña muerte, como dicen, entonces el beso tendría que ser el pequeño orgasmo.

¿CUÁNDO UN HOMBRE ES INTENSO CON LAS MUJERES?



Joze Luis <Facebook > <Twitter>

17 + 1 ejemplos de cuándo  un hombres es intenso con las del sexo opuesto














En algún momento de la vida todos hemos sido intensos con una mujer. No hay por qué alarmarse, es algo natural en los hombres que luchan por lo que quieren. Alármese si se lo han dicho en la cara más de una vez.
Intenso podría ser un descalificativo que le dolería a todo hombre -a uno sensato por lo menos-,porque una persona intensa es, sin proponérselo, un repelente social. Un sujeto así no debe confundirse con un ser apasionado o perseverante, y si "el que persevera alcanza" como reza el dicho, hay que saber persistir.
¿Pero cuándo es un hombre intenso con las mujeres? Revistadonjuan.com hizo un sondeo en sus redes sociales y se encontró con respuestas que incluían amor, confusión, sexo y celos, entre otras variables. A continuación presentamos 17 + 1 ejemplos de cuando un hombre "se pasa" con las del sexo opuesto.
1. Cuando la persigue y sus encuentros no son nada casuales.
2. Cuando es celoso y no deja que ella hable con otra persona en una fiesta. En suma, cuando no deja que nadie se le acerque.
3. Cuando se comunica utilizando mínimo dos de estos medios en un solo día: Teléfono, mensaje de texto, correo electrónico, chat, Twitter, Flickr, Facebook.
4. Cuando ha dejado dos llamadas perdidas, no ha recibido respuesta, sigue llamando, y para rematar deja un mensaje de voz.
5. Cuando está pendiente de ella en demasía con preguntas como ¿cómo estás? (x3), ¿con quién almorzaste?, ¿qué vas a hacer?, ¿quieres que nos veamos?
6. Cuando no sabe lo que es un "NO" como respuesta ante alguna invitación o propuesta.
7. Cuando la inseguridad es tanta y se olvida por completo de lo que tiene y es capaz de hacer.
8. Cuando la llama a confirmar una cita más de tres veces al día.
9. Cuando genera e insiste en situaciones para que "pase algo" que ella -todavía- no quiere. (Película en casa un domingo, paseo a una finca, remate a solas después de una fiesta)
10. Cuando no sabe "leer las señales" de una mujer cuando no está interesada en usted. En ese sentido, es posible que sea intenso cuando cree que está teniendo éxito.
11. Como en el fútbol, cuando hace una jugada de más. Cuando la ha hecho reír con un comentario jocoso, y al instante, repite la fórmula una y otra vez.
12. Cuando es complaciente en exceso. (Si ha dado más de tres chocolates en un día porque a ella le encantan los chocolates)
13. Una razón muy común: cuando al hombre se le nota el 'hambre' o ganas.
14. Cuando se apresura a: decir que son novios cuando no lo son; presentar a la familia; dedicar canciones ("Niña Bonita" del Binomio de Oro o un sutil y poético reggaetón).
15. Cuando es meloso y su contacto corporal no es normal. Asimismo, cuando se acerca demasiado cuando le están hablando.
16. Cuando le pone "me gusta" a todo lo que publica o comparte en Facebook.
17. Cuando en una cita habla y habla de él mismo. (Afán de protagonismo)
+1 ¿Cuándo se enamora y ella no?
Esta solo es la punta del iceberg. Contamos con su opinión y comente ¿cuándo un hombre es intenso con las mujeres?